Acabo de salir al tejado a regar las plantas de Belén, y mientras sostenía la jarra de agua he pensado, uy, hace mucho que no salía aquí fuera, y nosé por que, si quizás es lo más bonito que tenga esta casa.
A continuación, me he empezado a acordar de las pocas pero buenas noches que pasamos ahí fuera... y he querido acabar de regar pronto para volver a casa y dejar de pensar.
Dejar de pensar... sí, dejar de recordar.. mi mente quiere huir a toda velocidad de todo lo que signifique recuerdos y pasado... he sentido como mi cerebro cerraba habitaciones a toda velocidad, con el fin de no llevarse decepciones.
Quizás no quiera asumir que eso ya es pasado, que ellas no volverán a vivir en esta casa y no volverás a oir esa risa escandalosa... y lo que es peor, a compartirla. El testarudo gruñón de mi cabeza me dice que eso ya lo sabía y que no hay de qué sorprenderse, pero no... te das cuenta que no... que aunque el tiempo es un gran amigo en estas ocasiones buscas una vida circular... que antes o después te lleve a los mismos sitios, a las mismas personas.. y sí, en el mismo tiempo. Y es ahí cuando te das cuenta de tu error.
Estás caminando en círculos en una vida linea recta.